Thursday, October 05, 2006

Mi madre me acaba de llamar. Me dijo que el seguro que yo había comprado para viajar estaba mal, y que estuve a punto de quedarme 4 días “desprotegida” en Europa, “en la mitad de quien sabe dónde”. Esa palabra utilizó, “desprotegida”. Yo me concentré en el "quien sabe dónde".


Se puso seria y con un tono que aun no puedo calificar (aunque hayan pasado 23 años) me dijo: “me preocupa que no sepas qué hacer sin mí”. Me reí para desviar su atención, y además para que no se de cuenta de que esa es una pregunta sin respuesta; porque nunca se me ha ocurrido que la idea que encierra el concepto al que pertenece mi mamá pueda tener un final.


Ella no se va a morir, al menos no por ahora. Siempre he creído que la gente como mi madre se muere cuando quiere, y no cuando alguna desgracia lo decida. Supongo ella que es más fuerte que eso, porque lo decidí desde chica, y la idea de la vida de mi madre es una de esas cosas en las dentro solo mando yo; por lo tanto el asunto se vuelve dictatorial y anárquico.


El lunes mi madre, que no tiene canas naturales ni ficticias, cumple 50 años. No sé si cumplir 50 años sea realmente lo que es, o solo sea lo que significa; pero mi madre, estoy segura, ha decidido quedarse en los 49. A ella nunca le ha gustado mentir sobre su edad, sobre todo porque siente un orgullo extrañamente femenino cuando se mira al espejo y sabe que no los aparenta.


Esta vez su decisión nada tiene que ver con la vanidad, sino con el recuerdo. Mi mamá sabe que cuando cumpla 50 tendrá que decidir si cruza esa línea cargando con su montón de maletas; lo extraño es que están vacias: solo contienen ausencias.


Yo nunca voy a ser como ella. Es una cuestión de encanto y a mi no no me alcanzarían ni sus 50, ni mis 23, ni toda mi vida, ni la idea de su vida para alcanzarla apenas.


La desprotección, madre, solo existe cuando construyes frases como esa.


Puede que salte al cielo, creyendo ir al infierno
Perder no impide apostar
Tienes que ser un milagro

Puede que salga y me arrastre cielo, efecto retardante
Ceder permite hablar
Tienes que ser un milagro

En donde estes cuando quiera abrazarte
Y como estes ya estoy ahí, El sol entre tus labios
Soy el sol

Puede que salte del cielo seguro de ir al infierno
Ceder no es perder
Juro que eres un milagro....

Milagro
Lucybell