Carolina se va a vivir a Quito. Cuando la conocí yo cargaba con un diccionario todo el tiempo, y soportaba con decencia el cinismo con el que ella era capaz de referirse a las palabras; me decía que hablar no era tan complicado, y que si no aprendí a conjugar bien cuando debía hacerlo pues mi caso estaba perdido. Completamente
Cuando trabajó en “Crónicas” la vi extrañar a su tierra. Se sentía tan serrana y tan ajena a este puerto que al finalizar el rodaje se fue a Quito a visitar a su hermana, la museóloga, y se quedó con ella todos los días que duraron esas vacaciones. Anoche recordé que fueron largas.
En la universidad podíamos compartir el porro, tomar del mismo vaso y vomitar una al lado de la otra en el mismo baño; nunca nos tuvimos asco. En esa época llorabamos por cosas que ahora no podemos recordar, pero que seguramente habían valido la pena. Ahora nisiquiera lloramos, supongo que se nos están acabando las certezas.
Se quiere ir. Sentada en la barra me explicó que su teoría era justamente la de la identidad, y que ahora está simplemete invirtiendo el proceso: que una necesita tomar distancia mucho tiempo con el lugar de donde viene para poder entenderlo todo un poco mejor.
“Cuando le dije serrano a un serrano decidí que me tenía que ir”. Yuki sólo le pudo decir que las identidades se viven de manera diferente todos los días, y que en Suiza por ejemplo, ella no es latina, en cambio aquí recuerda siempre que no sabe hablar japonés.Supongo que Carolina ya no quiere ser de aquí, y que yo me tendría que ir a Quito con ella.
Los tres franceses fueron tambien muchas botellas.