Mis periodos de “miserabilidad” son bastante cómodos y típicos; basicamente no han cambiado en nada en los ultimos 23 años, solo en la gente que los especta. Eso solo permite que cuando soy una mujer miserable, ese estado sea observado y comprendido desde otros aspectos de la realidad que en este momento me resultan completamente extraños. No ajenos, porque tambien son míos.
Ayer, el taxista casi mata a una paloma que había decidido distraerse entrando en estado contemplativo mirando el pavimento. Yo le tengo mucho respeto al oficio de las palomas; decidir a quien se caga no puede ser tan solo un acto reflejo; aunque la simpleza de las cosas solo demuestre lo contrario.
Sentirse miserable es a veces una cuestión de forma, y para lograrlo es necesario suplicar por la aparición de una cadena cadena de favores, solo que a la inversa.
p.d Por si no lo sabía, el escritor del titulo era un "mísero" de fondo y forma. Aunque si las cosas se ponen sistemáticas, el resultado es exactamente lo mismo.