Wednesday, August 16, 2006

El café de anoche estaba algo cargado, de hecho, tuve que pedirle al mesero que me traiga un poco de leche para quitarle la intensidad al asunto. Mis conductas cafeteras son constantes, pero esto no necesariamente significa que sean impecables, apenas y son recurrentes.


Pedí una botella con agua, y reflexioné un par de minutos en las condiciones en las que adquirí la costumbre de tomar una taza de café, con una botella de agua al ambiente como acompñante. El resultado fue mi padre, aunque la conversación basicamente se remitía a las conductas femeninas.


En la mesa de al lado una mujer hablaba de otra mujer. Se refería al tono de voz que utilizó la persona de la que hablaba al saludarla , y además, fruncía el seño al explicarle a sus amigas que había tenido que darle clases de educación “buenos dias se dice”, explicó que le había dicho.


En realidad la conversacion me causó algo de gracia, porque yo tambien soy una completa inconforme, pero en mi caso es ese mismo el motivo que me hace pasar por alto ciertos detalles ajenos, y cocluí que jamás perdería el tiempo en impartir absurdas cátedras de urbanidad. Desperdiciadas, por atribuirles una clasificación en el orden establecido de las cosas.


Mientras avanzaba mi proceso de desintensificación del café, Yuki me confesaba estar conmovida hasta esas horas por un ensayo de Adrianne Rich, en el cual la autora establecía una noción del feminismo que a mi me pareció lógica, por decir lo menos, pero que verdaderamente no dejaba de sorprender. La mujer, en la actualidad, se constituye primero desde su relación con la sociedad, y luego desde el género.


Esta definición me recordaba a una de las ultimas conversaciones que tuve con Daniela, en la que perdíamos el tiempo comparando a la mujer, con las demás hembras de otras especies. Anoche era inevitable construir una analogía, y pensar entonces en si existió o no el momento en el que la hembra humana escogía al macho según las características de fuerza o belleza que él podría demostrar. Lo innegable es que ahora el desarrollo de los instintos está ligado al avance cultural de las sociedades. Así las cosas, el pánico debería apoderarse de la población mundial, porque terminaremos sitiendo pasión desmedida por las cualidades de la obra, enamorándonos de ella, y obviando al sujeto. Sea quien fuere.


Las mujeres de la mesa de al lado no dejaron de hablar de su prójimo en ningún momento. El café había alcanzado una densidad perfecta, y mas bien empecé a hacer cuentas a ver si el dinero que tengo es suficiente o no para mis vacaciones de este año. Yuki dijo que no tenía que preocuparme por eso, que mejor piense en los italianos, y en agarrarme a alguno “pero un macho, no a un intelectual, que esos son iguales aquí y en todas partes”.